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LA IMBECILIDAD DE ODIAR A UN CUBO

¿Se puede odiar a un cubo?

Esta pregunta que me hago se podría contestar sólo metafísicamente.

El cubo, conceptualmente, puede ser odiado; pero ¿Qué induce a ello cuando este no contiene abstracción alguna que pueda provocar un sentimiento en nosotros? El cubo, como materia inerte, posee una capacidad igual a cero de inducir a un motivo, sea cual fuera este, que provoque ese odio que induce a desearle el mal.

¿De verdad se ha creado ahora una plataforma que se hace llamar ‘contra el engaño de las basuras?

Pues sí. Y su ‘guerra’ se centra en el cubo.

Me cuesta no estar de acuerdo con la denominación de este grupo de patriotas porque yo he visto y he indagado sobre tal engaño; pero seamos sensatos ¿Qué tiene que ver el cubo versus contenedor en este engaño? He trabajado dos temporadas para la empresa ‘Menorca Recicla’ y he sido testigo presencial de ello.

Lo que vi, me contaron e intuí llevaría infinitas líneas relatarlo. Pero yo, al contrario de este director de escena que nos muestra nuestro ‘Diari’ —a falta de noticias sobre okupas— en el ya famoso video del empleado de FCC que mezcla residuos, pongo el foco en las empresas que han ganado los concursos públicos durante más de 30 años, tanto para la gestión de la planta de Es Milá, como para la recogida de residuos.

¿Quién valora la idoneidad de estas empresas que han escatimado hasta el último céntimo de euro en mejorar instalaciones, flota de camiones o el bienestar de sus trabajadores?

La respuesta no es otra que ese ente tan decorativo como es el Consorcio de Residuos Sólidos Urbanos; siempre contento con las dádivas que llegaban de estas empresas que eran ahorradas en lo que he citado, se preocupaba bien poco de lo que tenía que ocuparse. Pero durante más de tres décadas nadie dijo nada ni se formaron ‘plataformas’.

Pondré dos ejemplos para que se me entienda. La planta que heredó Ferrovial de Construcciones Juan Mora tenía parte de sus paredes de hojalata desprendidas. Con esto, los días de viento aquello parecía la lengua de un enorme dragón que daba lametazos al aire.

La cosa empeoraba si llovía, aquel lugar con el suelo mojado era perfecto para resbalar y que una de esas retroexcavadoras que circulaban a toda velocidad en escasos metros te dejará planchado para mayor gloria de aquellos que te obligan a realizar un curso de Riesgos Laborales sólo porque la ley les obliga; después, tu vida les importa un carajo.

10 hombres reciclaban plástico mientras, desde toda Menorca, llegaban toneladas que era imposible que aquel número de operarios pudieran colocar en sus distintos lugares de almacenaje.

Aquellos hombres tenía una hora de entrada y una de salida; como tiene cualquier empresa normal; la nuestra no. El día empezaba cuando el chófer lo decidía (5 o 6 de la mañana) y acababa cuando la ruta que se le asignaba estaba lista. Quiero decir: si una ruta estaba saturada del material que se tenía que recoger, no bastaban 8 h. para cumplir, y a un ritmo frenético. Si un camión se averiaba o se averiaba la grúa de este, primero se llevaba al taller, si no tenía arreglo se cogía otro camión siempre más carraca que el averiado. En esto que las horas pasaban y el horizonte de finalización de la jornada no estaba basado en una hora en concreto sino en que se vaciarán los contenedores de esa ruta.

Sí, se pagaban horas extras; pero en concepto de incentivos. Nunca vi en una de mis nóminas y en lugar reservado para ello cantidad alguna. Era de esperar, la ley no permite más de 80 extras por año.

Desconozco, porque nunca me pregunté, a qué precio las cobraba un ayudante como era yo. Pero el día se hace cuesta arriba después de 8 h. recogiendo todo tipo de residuos que no estaban simplemente en el contenedor.

Fuera de esta se acumulaba basura que había que recoger a mano y depositarla en el camión; en ocasiones con sorpresas desagradables dentro de las bolsas. Esas sorpresas, el calor del verano, las interminables rutas…Uno de los chóferes que me tocó me contó que a mí la ‘extra’ me la pagaban a 6€; me faltó poco para ir a la gerencia y decirles que ‘mi miseria me la pago yo’.

Encontré, buceando en La Red, un viejo BOIB que hablaba de la normativa en cuanto a esta recogida. En él, y firmado por Gari Villalonga, se especificaba claramente que la empresa ‘sólo’ tenía que izar el contenedor, si hubiera basura a los lados y no dentro, no existía la obligación de recogerla. La verdad era que, en la mayoría de zonas, las bolsas no dejaban ver el contenedor.

Había que recogerlas, y ¿por qué? Presumo, y creo que no estoy muy lejos de la verdad, que la empresa que más años ganó concurso tras concurso ofrecía este trato para ganarse el beneplácito del CRSU, todo a costa de los trabajadores. ‘Aquí se viene a trabajar’ decían desde la gerencia por orden de la dirección. Trabajar es una cosa e ir de esclavo para que aquella empresa no supiera cuál de sus chalés pasaría el verano la familia es otra.

¿Se preocupó alguna vez el CRSU de aquella insostenible situación que tenía a toda la plantilla al borde del colapso? Para nada.

Sólo si a algún concejal no le recogían el contenedor que tenía delante de su casa, había protestas a modo de llamada a la gerencia que luego repercutía en el chófer encargado de esa ruta.

Respeto, pero no entiendo posturas como la de la alcaldesa de Sant Lluis cuando prefiere los actuales contenedores que visualmente son impactantes, insalubres al no tener un mantenimiento adecuado y un cambio periódico, molestos para el tráfico rodado y para los vecinos a los que les ha tocado en suerte su colocación frente a su casa.

Sin embargo, el famoso cubo no causa más impacto que el que causaba una calle llena de bolsas de basura que, tiempos atrás —y es un gran misterio que eso no ocurra ahora— eran arañadas por los gatos dejando su interior encima de la acera. Y ha eliminado en muchas zonas esos horribles contenedores grises en los que mucha gente depositaba su basura a las 8h. de la mañana y era recogida hasta la noche, aquello era irrespirable y poco sano.

El cubo es responsabilidad de cada vecino de esta ciudad y cada vecino ha de cumplir con el día señalado para cada fracción. De esta manera se intenta conseguir que, como dijo la técnica del CIMe, pasemos de reciclar un 20% a un 80%; cosa la cual es un dato más que reafirma lo que ya dije antes: el problema está en la planta, allí llegan los residuos, pero ¿son reciclados?

El pobre y odiado por algunos cubo se ha convertido en un problema, más que de eficiencia, político. Lo mismo que pasa con el topónimo de la ciudad, con las escaleras o ascensor del parque Rochina, con la remodelación de la plaza Explanada…

Las excusas para criticar al cubo son ridículas, pueriles, sin base alguna. Se trata de una postura de determinado partido por la decisión de otro; y así pasa la vida.

El CRSU ha dado por bueno, según prensa, un vídeo en el que se puede ver a un empleado de FCC dicen que mezclando materiales. Personalmente, yo no veo esa mezcla. La filmación está hecha con una cámara de muy buena calidad. El camera men la tiene sujeta a un palo de selfie o a un trípode porque no se aprecia temblor alguno. La basura, con casi toda probabilidad, pertenece a la panadería de la calle de Gracia. Conozco a sus dueños, yo viví allí 20 años. Son meticulosos y pulcros; me extraña que sacaran cartón un día dedicado a materia orgánica.

Pero los espías de la plataforma tenían todo preparado cual agentes del FBI para pillar la supuesta infracción.

El CRSU que, repito, no se ha preocupado de nada en años ha dado por buenas las imágenes y advertirá a la empresa concesionaria.

¿Qué cree el autor del video que pasará? ¿Solucionará esto su obsesivo problema con este tipo de recogida? Lo siento, pero no

FCC no querrá llevarse a mal con el CRSU y alguna cabeza ha de rodar.

¿Cuál? Está claro: la del empleado que cometió semejante crimen.

A la empresa del Sr. Antonio Gomila, después de engañar a este Consorcio y colocar una tela para impedir las filtraciones de lixiviados que no era la que ofreció en su oferta técnica sino de menor calidad y no apta — gracias a Dios que intervinieron técnicos de medioambiente del Govern— ocasionó un desaguisado sin igual en Es Milá, no le pasó nada; cuando por esto, lo mínimo es emprender acciones por un claro delito de fraude y contra el Medioambiente.

A este empleado del video le espera una sanción por parte de su empresa que puede ser un despido o una suspensión de empleo y sueldo. Esto es lo que puede conseguir nuestro intrépido reportero con su hazaña. Estos hombres ganan 1300€/mes ¿De qué comerá si lo sancionan?

Quizás tendríamos que proponer que se pintara el cubo con los colores de la bandera española.

A lo mejor detenemos estas estúpidas críticas, conseguimos que el Consorcio haga su trabajo y nos dejamos de estúpidas controversias.

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