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MEMENTO MORI, ALEJANDRE

Antes de empezar con mis reflexiones, quisiera decir que empleo el latinajo del titular por una razón que ahora explicaré. Sé que muchos se me lanzarán a la yugular antes de tiempo y puede ser que alguno crea que yo le deseo la muerte al titulado; paciencia hermanos, este rojo peligroso con cola de diablo no tiene tales deseos hacia nadie.

En la Antigua Roma, cuando los emperadores regresaban de conquistar más tierras para el imperio a costa de dejar vísceras esparcidas por los campos de batalla; vísceras de sus enemigos y vísceras de sus valientes legionarios también; la multitud los recibía poseída por un fervor que no alcanzo a entender; al final, seguirían pasando hambre y siendo esclavos en la mayoría de casos.

Al frente de las Legiones, en su carro triunfante, el vencedor de mil batallas, el César. Detrás de él un esclavo sujetaba una corona de laurel y le susurraba al oído: ‘Memento mori’, eres mortal, no eres un dios.

Aquellos césares sabían que el populacho los idolatraba y que esos recibimientos triunfales podían inflar la burbuja de su ego y sabían también que no era conveniente, que había que mantener los pies en el suelo. De ahí ese esclavo cuya tarea era recordarle al César que no era un Dios; memento mori.

Hace ya muchos años, trabajaba yo de guardés y de guía en La Mola. Sabía que aquellas visitas podían ser muchas más y, con ello, recaudar para restaurar.

Un amigo del general Alejandre (en aquellos días, todavía JEME) que me visitaba con regularidad, me contó que el general tenía pensado para La Mola algo parecido a lo que hizo después en la isla del Rey.

Yo tenía confeccionado un proyecto que daba algunas ideas para cambiar las cosas y, como ya he dicho, poder recaudar más para restaurar más.

Este amigo común de Alejandre y mío se interesó por mi proyecto y se ofreció a enviarlo a Madrid. Así pues, al poco escribí una carta personal y fue enviada por este a la atención del general.

Al cabo de poco tiempo, recibí una llamada personal del JEME desde el Cuartel General del Ejército.

Me temblaban las piernas y me puse excesivamente nervioso. En esa llamada me dio las gracias por mi interés y me prometió que tendría en cuenta mi proyecto.

Sé que más de uno pensará que miento; sólo puedo decir que tengo a disposición de cualquiera ese proyecto.

Por desgracia, Julián, nuestro amigo común, ya no está entre nosotros para dar veracidad de lo que digo; pero sé a ciencia cierta que desde el Cielo hará lo que sea para apoyarme en lo dicho.

Los días pasaban y, por razones que no vienen al caso, Alejandre fue destituido.

Volvió a Menorca y la isla del Rey no fue su primer propósito; no, fue La Mola.

Al poco una comitiva formada por el presidente del Consorcio, coronel Riva, un empresario madrileño que había pagado varias restauraciones a través de su fundación, el general Alejandre y el Sr. Carlos Sintes recorrían la fortaleza con la intención, por parte de los acompañantes del Sr. Sintes, de convencerlo para que se presentara al concurso público que todavía no se había más que planteado.

Yo les acompañé en calidad de ‘ama de llaves’, pude oír las conversaciones que mantenían y ver la cara satisfacción del Sr. Sintes al sentirse ‘tan querido’. Ahí me di cuenta de que mi etapa en La Mola se acababa y que mi ‘idea’ prosperó; pero a ese don Nadie que era yo se le dejó fuera .

Alejandre había formado ya su grupo de discípulos que serían después las milicias que tomarían la isla del Rey a golpe de azadón. Gente del pueblo para completar su disfraz populista, nada que ver con el poder económico del Sr. Sintes ni de los círculos en los que se movía cuando verdaderamente era él; a Alejandre me refiero.

El concurso público se puso en marcha y tras tropezarse con adversarios como Fomento de Turismo ofreciendo una enorme cantidad en la puja, se pusieron en marcha mil y un artimañas para que el ganador fuera Sintes o la empresa que se formó ex profeso: Cordial Hoteles.

Un año y medio de investigación me ha llevado a poder afirmar que todo se amañó. Un año y medio en que todas las administraciones implicadas se negaban a entregarme los documentos a los que por ley puedo acceder como ciudadano. Un año y medio en el que tuve que recurrir al Consejo de Trasparencia y Buen Gobierno y a la Sindicatura de Greuxes del CIMe para que ellos presionaran a quienes sabían perfectamente que hicieron caso omiso a la Ley de Patrimonio Histórico Español; y eso está muy cerca de poder ser prevaricación.

Hoy sé que la empresa Cordial Hoteles no demandó al ayuntamiento permiso de obras alguno; que no demandó permiso de actividades; que se saltó a la torera la negativa del conseller de Cultura de la época con respecto a la petición de abrir una bar en el Hornabeque.

En el pliego de condiciones del concurso se impedía la posibilidad de negocio alguno en lo que ellos denominaban ‘edificios históricos’. Ni la ley ni el pliego ni la máxima autoridad en patrimonio, el CIMe impidieron que aquello que se anunciaba como ‘referente cultural’ para Menorca se convirtiera en una sala de bodas y no apta para cualquier economía.

Aquello fue un pacto entre empresa, políticos y militares que engañó a la opinión pública con descaro. Apoyado mediáticamente por ser uno de los principales anunciantes un socio de aquella empresa y por la segura mediación de nuestro César.

Desconozco si Alejandre intervino desde la sombra; pero el día del paseo a Sintes algo pude intuir.

Mi sorpresa vino cuando vi que en todo lo que se hacia había una huella de mi proyecto y que el guion de las nuevas guías era igual que el mío, hasta en los chascarrillos que introduje para hacer más llevadera mi visita que duraba de 3 a 3 horas y media. Las del ‘referente cultural’ duraban dos y con la reprimenda a la guía si se pasaba del tiempo establecido.

Pasé 3 años más allí porque lo pedí, pero aquello fue un acoso laboral en toda regla por parte de mi nuevo jefe y de la gerente de Cordial. Dña Joana Catalá. que era la parte del acuerdo que exigió el CIMe; así funciona el PSOE.

Alejandre invadió la isla del Rey. Y no me lo invento, lo dijo él mismo, de okupa.

La isla pertenece al municipio de Maó, se supone que el entonces alcalde, Arturo Bagur, se vio envuelto en un buen aprieto. Por una parte, la declaración de Bien de Interés Cultural del edificio prohibía cualquier intervención que no fuera previamente autorizada por el propio ayuntamiento y por la Comisión de Patrimonio del CIMe.

Allí no había un arquitecto designado, ni un proyecto previo de restauración. Sólo las milicias de Alejandre que hubieran podido causar un destrozo importante si tocaban alguna rama incrustada en una pared o cualquier actuación que no vigilara un arqueólogo.

Pero la opinión pública estaba a favor de estos valientes soldados y no sé de qué manera se legalizó aquello.

Escribo todo esto guiado por un artículo que se expone en panaderías y bares (no es mala idea) y escrito por el Sr. Barber ‘El Mochilero’.

Confieso que no he leído dicho artículo; aunque el titular me basta: ‘La isla del Rey, 20 años de un esfuerzo titánico’’

Me provoca cierta sonrisa maliciosa conocer ‘de vista’ al autor de dicho artículo y no entender por qué se hace llamar ‘El Mochilero’ cuando jamás lo he visto portar una mochila.

Barber forma parte del ‘esfuerzo titánico-mediático’ que apuntala una actuación claramente criticable en su inicio, loable en sus logros, pero que genera muchas dudas en cuanto al uso comercial.

Lo expone, mucho mejor de lo que podría hacerlo yo, Cristina Gómez en una entrevista al ‘Diario.es’ que reproduce ‘menorca.info’. Leer aquí

Cristina habla de la repercusión en los precios de la vivienda y la gentrificación que este tipo de explotación comercial como es la sala tienen sobre el territorio.

Lo hace con argumentos y sin zalamerías; Cristina es una guerrera. Meterse con la megalomanía de Alejandre cuesta amigos y críticas.

Por mi parte, no he desembarcado ahí todavía, aunque si tuviera dinero para hacerlo, preferiría una cantina con precios populares y una sala de exposiciones que facilitara exponer obras de artistas de la isla.

En fin. Alejandre colocó en La Mola a Sintes y es escandaloso la manera en que se dejó a un lado la ley.

Ahora, desconozco la situación legal de estos negocios en la isla del Rey, pero si sé que las milicias que llevaron a cabo este ‘esfuerzo titánico’ están muy lejos del poder adquisitivo de los dueños de la galería; ellos y los mahoneses en general.

Yo tuve un sueño y lo enseñé a quien no debía; no sé a ciencia cierta si me lo robaron, pero ahí están mis ideas y la rabia contenida de cuando todo cambió para mí y me dejaron sin trabajo, sin vivienda, desnudo en lo económico pues no tuve derecho a prestación por ser autónomo.

Mientras tanto, Sintes campó por sus anchas en La Mola y si no llega a ser por el accidente en la fiesta flower power, cada día de verano y cada rincón de aquel peñasco sería hoy una fiesta; nos engañaron con el ‘modelo cultural’, Sintes pretendía el ibicenco como prefiere ahora en ‘su’ isla el general. Arte al alcance de unos pocos que llegan en sus jet privado y se largan a la hora de comer y después de invertir en algo que poco o nada nos dejará a los habitantes de esta Reserva.

Alejandre es el que maneja los hilos a su antojo en este preciado patrimonio cultural de nuestro puerto. Patrimonio de origen militar, que pertenece a Defensa sólo por titularidad y al Ayuntamiento de Maó en el caso de la isla; el resto, cualquier actuación que en estos monumentos se lleva a cabo a de ser custodiada por los organismos con competencia; en nuestro caso el CIMe.

Alejandre, rodeado de lisonjeros, pasará a la historia prestando un espacio a gente de muy alto poder; su gente. Aunque el verdadero error y dejación está en las administraciones que no han sabido encauzar el tema para que sea asequible a todos, porque aquello es de todos.

Para acabar no puedo dejar de mencionar que aquel que salió en la portada de la revista ‘Interviu’ tocando la guitarra y siendo calificado de ‘prototipo de militar moderno español’ firmó un manifiesto, junto a otros compañeros de armas, en el que se pedía respeto por el ‘militar Franco’. En el fondo es un militar preparado, con gran carisma, capacidad de convicción y negociación, sobre todo para sus particulares intereses…Pero ¿Prototipo de militar moderno español?

Memento mori, general. Seré el único que te critica, pero detesto al hombre de un sólo libro y a las sociedades de una sola opinión.

Dejo aquí por tiempo limitado un enlace que te llevará a el resultado de la investigación que realicé para averiguar lo que realmente pasó en el concurso público del año 2005 que ganó la empresa del Sr. Sintes, empresa esta ‘preferida’ por el general y los que aparecen en el artículo.

Operación maletiña, el sobre C

Dejo también el proyecto que realicé en 2003 para intentar cambiar las cosas con respecto a la forma en que hacíamos las visitas guiadas.

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