Hace ya un tiempo, un buen amigo, representante electo de un partido en las antípodas de lo que son mis ideas, me preguntó si yo creía que los asesinados en La Mola o en el Atlante deberían considerarse ‘víctimas’. Todo venía a cuento de la ley de Memoria Democrática que se estaba debatiendo en el Parlament.
Su ascendencia y la mía son de muy diferentes y alejados extractos sociales; sin embargo, la obcecación de mi madre en que estudiara en una escuela católica y elitista quiso que se forjara con él una buena amistad que dura hasta nuestros días.
Le agradezco sobremanera que contara conmigo para recabar datos o, más bien, realizar un trabajo de campo para la elaboración de la mencionada ley. Sabe que no tengo estudios universitarios, pero si un interés especial por los sucesos en La Mola que fui descubriendo con charlas con personas que vivieron aquellos días y cuyo testimonio es más valioso que cualquier legajo de un juicio que —y es una opinión casi unánime entre los historiadores—fueron una pantomima.
Me asombré con aquella pregunta, La contesté rápido y sin dudar: ‘Por supuesto que sí’.
Pese a los intentos de una cohorte de nostálgicos convertidos en fundación y a las órdenes de un general mal herido de intentar convencernos que esta ley es ‘revanchista’ y no incluye a sus ‘caídos’, tal cosa falta de una manera vergonzosa a ala verdad.
Artículo 4.
Ley de Memoria Democrática de las islas Baleares
Determinación de las víctimas. 1. Esta ley considera víctima, a los efectos que corresponda, a cualquier persona que en relación con la Guerra Civil española y la Dictadura franquista en las Illes Balears haya sufrido daños individualmente o colectivamente,..
Creo que el párrafo está claro. No habla de bandos; hace referencia a ‘cualquier persona’.
Por otro lado, no entiendo la beca del IME concedida al Sr. Portella por un trabajo ya realizado. Soy consciente de que dicho trabajo era necesario para complementar otros, igual de loables, pero sin el rigor académico de este. Aunque, es mi opinión que ‘contar’ numeralmente víctimas no debería ser el fin del pretendido estudio, y un trabajo ya realizado no es, a mi entender, un estudio que deba ser becado,
Tenemos una nueva hornada de graduados en Historia que no encuentran otra salida que no sea ‘talaiótica’ o ‘dieciochesca’.
Si logran trabajar para aquello que se prepararon, lo hacen en condiciones precarias. Si a alguno ‘se le ocurre’ tocar el tema ‘guerra civil’, el Sr. Huguet abre sus alas de ángel vengador y se lanza en picado sobre él cual águila pescadora sobre su presa.
Creo, y sólo es una opinión de un profano, que faltan muchos detalles por aclarar del periodo de guerra en Menorca. Detalles sociológicos, de construcción social; también cabe un estudio psicológico de las repercusiones de los ataques aéreos, las noticas que llegaron por radio, el miedo que no se instaló sólo en el bando sublevado, la conversión de ese miedo en violencia…
Claro está que aquella generación que podría aportar datos está casi extinguida; aunque queda tiempo todavía. No lo agotemos en contar víctimas (por un lado) o en volver a instrumentalizar caídos para cargarse de razones de algo que nunca debió ocurrir (por el otro),
Apuesto, sin dudarlo, por una verdadera y no disfrazada concordia. Y sin falsa modestia, la de mi buen amigo y yo sentados en una terraza tomando café en una charla en la que no tuve duda alguna de calificar de víctimas a todos, es un ejemplo; cosa que no ocurre —y he sido testigo en numerosas ocasiones— con aquellos que ahora vuelven a reivindicar a sus ‘caídos’.
Otra cosa es, y en esto es más difícil ponerse de acuerdo, qué, quién, y por qué se originó aquella sinrazón. Por mi parte está muy claro; pero hay que ofrecer más datos a la Historia para que futuras generaciones juzguen con otra perspectiva que no sea la de la tradición heredada y la imagen incrustada por la Dictadura de que todo aquel librepensador que se opuso a su especial forma de entender el Orden era un asesino.
Todos fueron víctimas y es hora ya de que algunos se convenzan de que lo sucedido en nuestra isla transciende de las explicaciones simplistas que nos ofrecen algunos historiadores; va más allá y es el resultado de muchos factores geopolíticos y de las maniobras de aquellos que temieron perder cinco siglos de poder.