Viví la apertura de ‘Es Llonguet’ con la ilusión de que alguien estuviera cumpliendo el sueño que yo tuve hace ya muchos años. Si os acordáis de ‘Mel i sucre’, entenderéis lo que digo.
Yo vivía muy cerca de ese local y recuerdo que cuando me enteré de quien lo regentaría pensé que la aventura era arriesgada, pero saldrían adelante.
Me quedé corto, en poco tiempo aquel salón de te despegaba con fuerza.
Antonio y Lali no forman parte de mi círculo íntimo de amigos, pero nos conocemos. Antonio, como yo, es hijo de un panadero y los vaivenes de la vida le han sacudido, en ocasiones, de forma brutal, como a mí.
Pero él es más fuerte, también más guapo…
Recuerdo que, siendo jóvenes, él era algo así como un ‘famoso’. Jugaba al fútbol con la U.D Mahón y yo al que nunca le ha gustado este deporte ni me he decantado por equipo alguno, saltaba el muro trasero con algunos amigos para ver un derbi ‘Unión’-’Menorca’. La atracción estaba en el duelo Ñoño Barber —hermano de mi querido vicealmirante al que dedique hace poco unas palabras— Toni Señalet, más tarde Toni Colloni, hoy Antonio Ferrer.
La verdad es que sentía envidia, por supuesto sana.
En aquellos tiempos los futbolistas locales eran dioses.
Qué decir de Lali, también una ‘famosa’ ; pequeñita, pero todos sabemos que en el tarro pequeño está la buena mermelada.
Lali es el alma del ‘Llonguet’, siempre atenta a todo, siempre con una sonrisa y luchadora.
Su actitud me recuerda a la de mi madre que logró introducir en esta ciudad la empanada gallega, de atún o de carne, deliciosa.
Por eso quedé muy sorprendido cuando en FB alguien compartió un post que enlazaba con una noticia de prensa, nada menos, que de La Vanguardia y contando algo ocurrido en un local de Maó.
Me interesé y fui al enlace. Quedé perplejo cuando vi que ese ‘lío’ había ocurrido en Es Llonguet.
Si he de decir la verdad, no creo que el periodista que escribió el artículo esté preparado para un periódico con semejante solera. No entendí nada. No supe si la discusión con la camarera era por el idioma que usaba la clienta o al revés. Sólo que la dirección había pedido disculpas en Redes.
Hoy, repasando la noticia con mi hija, la cual trabajó allí una temporada, me he dado cuenta que varios diarios se hacen eco de lo ocurrido.
Confieso que he pensado por un momento en que Israel había dejado de matar palestinos o que Rusia se enfrentaba a Ucrania en un partido de fútbol.
Esta nueva sociedad del mensaje corto trae esto.
Alguien por Twiter cuenta una historia a su manera y, si se trata de esa inventada lucha de idiomas, en el resto del mundo no pasa nada; los problemas sociales en vivienda, trabajo y pensiones desaparecen y el Emérito sigue siendo un campechano; sólo y solo que en Qatar. Lo que viene a ser el título de una serie: ‘Un campechano en Qatar’
En todo el relato falta contexto, Contexto que no tiene ni nunca puede llegar a tener un tuit de alguien que dice haber presenciado la escena.
Existen muchas variables que no se explican, se ataca a una trabajadora sin tener en cuenta que esta puede haber ‘estallado’ por muchas y diversas circunstancias.
Es Llonguet es un local en que desde su apertura hasta su cierre esta lleno. El estrés y la poca paciencia de algunas personas que, paradójicamente, están de vacaciones pueden haber afectado el ánimo de esta camarera (o jefa de personal como se cuenta en el infumable relato de La Vanguardia) y hacerla perder los nervios.
No creo que se le pueda juzgar por un desliz cuando tiene en su haber una profesionalidad incuestionable.
Diré que si, por alguna remota casualidad, se le ocurriera a Lali contratarme; de cinco minutos me sobrarían cuatro y estaba en la calle.
¿La causa? Bueno, que algún snob de esos que abundan por doquier me pide un café con leche con leche de soja, a poder ser del tiempo o un poquito caliente con azúcar moreno y servido en vaso en lugar de taza, se lo traigo, claro que sí, pero se lo toma como biberón.
Discúlpeme si me expreso de forma tan ruda, pero por eso no trabajo en un bar.
Comprendo que estos locales se tienen que adaptar al gusto del cliente; no faltaría más.
Pero eso no quita que nuestra sociedad últimamente crea que un camarero es su mayordomo particular y muchos vean en el local una extensión del salón de su casa. Un poquito de empatía, por favor.
Cuando yo empecé a tomar café lo hice en ca’n Maneta.
Allí pedías un cortado y punto, te servía un cortado; pijadas las justas.
Respecto al motivo de la trifulca, si en realidad fue como la cuentan, diré que los idiomas son para comunicarse y comunicarse es relacionarse; relacionarse es necesario para el ser humano y ha de hacerse con respeto; todo lo demás sobra. Instrumentalizarlo políticamente sea quien sea que lo haga, sobra.
Lo dice alguien que se negó a realizar una visita guiada en catalán porque se le impuso hacerla en ese idioma.
Al día siguiente, en el Área de Cultura del CIMe, yo era un facha.
Nadie se preocupó del contexto que me llevó a tomar esa decisión estando presente el conseller de Cultura de la época. Simplemente era un facha y se acabó.
Hablo catalán y español. Pienso en español. Me comunico en los dos idiomas. En esto también hay un contexto y unas razones. Lo que tengo muy claro es que a mí no me obliga a comunicarme en lo que en aquellos entonces era mi trabajo en el idioma que quería el conseller ni que me lo pidiera Rita la Cantaora.
Esa actitud de exigencia en propia de la Dictadura.
Pero yo era el facha.
No entiendo y nunca entenderé como estamos continuamente dándole vueltas a esto del idioma.
Los unos y los otros. Llevamos medio siglo sin saber cuál es el topónimo de nuestra ciudad que han convertido en un parque temático, gentrificada al máximo y vacía, de momento, en su casco antiguo; ya veremos que pasa cuando le toque a Malbuger.
El problema de la vivienda es grave, el alquiler imposible.
Israel mata palestinos como quien esta en la feria y apunta a un palillo con un puro. Yolanda Díaz da muchos datos, pero los de abajo ya no tenemos fondo.
Y van y dan como noticia en uno de los principales periódicos del país que una trabajadora ha tenido un encontronazo con una turista talibán idiomática.
Otra como esta y me hago seminarista.
Queridos Antonio y Lalí, querida plantilla de excelentes trabajadores de ‘Es Llonguet’, yo no recalo mucho por allí, pero me gustaba venir los días de lluvia y viento, sentarme en aquella terraza vacía mientras mi recordada perra Terra esperaba la galleta que te colocan con el café.
Estad orgullosos de vuestro trabajo y seguid siendo tan amables, sin zalamerías, pero amables.
Conmigo podéis hablar en el idioma que queráis, hablo español y catalán; inglés, francés, ruso y chino por señas.
Y el café me gusta al gusto de quien lo hace.